¿Ves bien?
Ante esta pregunta, es posible que respondas
valorando si ves bien de lejos, de cerca o en ambas situaciones pero, el hecho
de ver bien, es mucho más que eso. Habitualmente, cuando comenzamos a mostrar
cansancio visual, dolores de cabeza o molestias mientras leemos, vemos la
televisión o utilizamos dispositivos móviles, nos planteamos ir al especialista
con el objetivo de conocer si es necesario que utilicemos gafas o no. Pero la
correcta visión va mucho más allá de las dioptrías.
Este post tiene el objeto de exponer de forma
sencilla algunas de las características de la visión y cómo pueden afectar de
forma directa en el aprendizaje y, por lo tanto, en el
rendimiento escolar. Alrededor de un 60% de los casos en los que se
aprecian problemas de lectura tienen relación directa
con reflejos primitivos retenidos, lateralización mal definida y problemas visuales relacionados con la percepción.
El ojo es un órgano complejo, tanto, que la imagen
que recoge es invertida en su interior y, aun así, llega de forma correcta al
cerebro. Pero el objeto del presente artículo no es centrarnos en la fisiología
del ojo o el procesamiento de la imagen hasta su interpretación, sino dar a
conocer algunas cuestiones básicas que pueden ayudarnos a conocer un poco mejor como afecta la visión al rendimiento escolar y qué
dificultades pueden surgir como consecuencia de un comportamiento o percepción
inadecuados de ésta.
Dos
ojos, una imagen
A pesar de tener dos ojos y de recibir distinta
información de cada uno de ellos, nuestra percepción sólo es la de una imagen única en tres dimensiones. Hagamos una prueba.
Coge un folio y recorta un cuadrado de 2 cm X 2 cm en el centro. Cogiendo el
folio con las dos manos y extendiendo los brazos, encuadra algún objeto dentro
del cuadrado. Una vez realizado esto, y sin mover el papel, cierra un ojo y
fíjate en lo que ves con el ojo abierto. Sin mover el papel, abre el ojo que
tenías cerrado y cierra el otro.
¿En alguno
de los dos casos ha desaparecido casi por completo el objeto del cuadrado? Esto
es porque cada uno de los ojos capta una imagen que el cerebro funde en una
sola dotándolo de la información proveniente de ambos ojos y ayudándonos a
valorar la profundidad y la cercanía del objeto respecto a nosotros y/o a otros
objetos. A la fusión de ambas imágenes en una sola se le denomina visión
binocular.
La visión binocular puede parecer algo inherente a
la persona pero, en realidad, no es así. Para que se produzca correctamente,
ésta habrá tenido que adquirir una serie de habilidades para las cuales habrá
pasado por distintas etapas, entre las que destaca principalmente el movimiento. Movimiento que parte de la correcta inhibición de reflejos primitivos (que
explicaremos en otro post) y de la correcta realización del arrastre y del gateo, gracias a los
cuales se irá practicando y adquiriendo no sólo la visión de cerca y lejos sino
también la convergencia y la acomodación, entre otros. Pero, ¿qué son y cómo
pueden afectar estos movimientos en el rendimiento escolar?
Vergencias
Como se explicaba anteriormente, a la capacidad de
ver con los dos ojos a la vez se le denomina binocularidad y,
para que ésta se lleve a cabo de una forma correcta, ambos ojos no sólo han de
estar alineados sino también han de ser capaces de que esto se realice de forma
mantenida. Así, podremos clasificar las vergencias en: convergencias y divergencias. Las primeras serán las
que nos permitan pasar de ver de lejos a ver de cerca,
llevando nuestros ojos a girar hacia adentro. Por ejemplo, cuando estamos
ajustando la hora de nuestro reloj de muñeca observando un reloj colgado en la
pared, los ojos miran primero de lejos (al reloj de pared) para posteriormente
mirar de cerca (a nuestro reloj de muñeca). Las divergencias, por el contrario,
son las que nos permiten pasar de ver de cerca a ver de lejos.
Por ejemplo, cuando estamos leyendo un libro y levantamos la vista al oír
un ruido en la calle y miramos por la ventana.
En relación con el rendimiento escolar, las malas vergencias van a llevar a que exista
gran dificultad para formar una imagen única y nítida,
pudiendo ocasionar molestias al leer y/o escribir, ver doble, buscar formas en las que se anule la imagen
de uno de los ojos (realizando un guiño o tapando el que genera incomodidad) y,
por lo tanto, teniendo como consecuencia un exceso en el tiempo de
realización de la tarea, una disminución en la comprensión de
los textos y problemas para cambiar la visión de lejos a cerca o de cerca a
lejos, como ocurre cuando copiamos algo de la pizarra, así como un
sobreesfuerzo del ojo que ha utilizado. Pero, ¿cómo se puede saber si hay algún
problema relacionado con las vergencias? Aunque la valoración ha de llevarla a
cabo especialista en el área, algunos de los síntomas que podrían ponernos
sobre aviso serían:
- Al
poco tempo de comenzar se produce cansancio y
entra sueño (por supuesto, siempre y cuando no sea
la hora de dormir).
- Durante
la lectura, se produce lagrimeo e, incluso, a
veces se perciben dobles letras.
- Algunos
días se tiene sensación de leer mejor que otros. Aquellos días en los que peor
se lee, alguno de los síntomas añadidos son la lectura
borrosa y la dificultad en la
comprensión del texto.
- Cuando
se lee un texto, y comenzamos con muchas ganas pero, al cabo de un rato
leyendo, perdemos el interés.
Acomodación
Pero no debemos olvidarnos de la función
acomodativa que realiza el ojo. Ésta consiste en la capacidad de enfocar con nitidez y con comodidad a
diferentes distancias y realizar cambios de una forma automática y sin
esfuerzo. La acomodación, por lo tanto, está unida a las vergencias y, por consiguiente, a
los procesos lectores.
La acomodación, con el paso del tiempo, va perdiendo eficacia produciendo lo denominado
como presbicia
o vista cansada. Pero, ¿puede haber
algún problema derivado de la acomodación en niños? La respuesta es afirmativa
y los principales síntomas son:
- A
veces se aprecia visión borrosa de cerca y/o de lejos.
- Existe
la necesidad de acercarse o alejarse demasiado al papel en
la lectura y en la escritura.
- La visión no es buena cuando se lee durante un rato.
- El
comienzo de la lectura se realiza desde una posición correcta pero, al cabo de
un rato, se produce un acercamiento al papel.
- La
lectura se lleva a cabo con el giro de la cabeza o del papel
para enfocar con uno de los ojos.
- Se percibe cansancio tras la lectura.
- Copiar
de la pizarra al papel puede
parecer misión imposible.
Movimientos
oculares
Tanto para las vergencias como para la acomodación, va a ser necesario que
exista tonicidad en los seis pares de músculos que mueven nuestros ojos,
así como de su correcta movilidad, permitiendo que
los ojos puedan moverse hacia ambos lados, hacia arriba y hacia abajo o
llevando a cabo las vergencias. De esta forma, podrá será más sencillo que la
lectura se produzca de una forma natural. Por ello, para la lectura de un
párrafo, va a ser necesario llevar los ojos de izquierda a derecha y, al
finalizar la línea, será necesario que los ojos desciendan ligeramente, para
continuar en la línea siguiente. Si los movimientos no son correctos, podría
darse el caso de leer líneas incorrectas (saltar varias líneas) y, por lo
tanto, captar un mensaje erróneo. Si esto ocurre, por ejemplo, en la lectura de
un problema matemático, se entremezclarán los datos y es posible que el niño no
sepa qué le están pidiendo.
Movimientos sacádicos
Asimismo
y en relación a los movimientos oculares, cuando leemos, nuestros ojos dan pequeños ‘saltos’ que recogen la información
escrita. Estos movimientos específicos son denominados ‘sacádicos’. En un lector eficaz, esos saltos serán
amplios, rápidos, fluidos y sin apenas regresiones o pausas. Cuando estos movimientos no se realizan de esta manera,
el lector suele emplear más energía de la necesaria para leer, necesitando más tiempo y esfuerzo y, en muchas
ocasiones, teniendo como consecuencia el cansancio,
la desmotivación y la no
comprensión del texto. Este tipo de lectores es fácilmente reconocible ya que suelen acompañar la lectura con el movimiento de la cabeza o con ayuda,
por ejemplo, del dedo como guía. Existen
investigaciones (Evans y Drasdo, 1990), en las que se observan mayor número de fijaciones y regresiones en la lectura en
niños diagnosticados con dislexia.
Qué
hacer si se identifica algún síntoma
Si
durante el presente post has reconocido alguno de los
síntomas en ti o en alguien cercano, es posible que te ronde la
pregunta: ‘Y ahora, ¿qué puedo hacer?’. Lo primero
que se recomienda es visitar a un especialista en optometría
comportamental que pueda llevar a cabo una evaluación exhaustiva de visión a nivel perceptual para, posteriormente, elaborar
un programa personalizado de terapia visual que
permita mejorar la funcionalidad del ojo. Así mismo, el papel del terapeuta
especialista en la inhibición de reflejos primitivos y de un experto en neuromotricidad permitirá que la mejora
se lleve a cabo desde la base del cerebro, tal y como debiera haber ocurrido
durante los primeros meses de vida de la persona. Aunque las terapias requieren de tiempo y constancia, los resultados son extraordinarios en la mayoría de los casos, incluso
en algunos diagnosticados como dislexia.